Ilustración de Brian Kershisnik
Acabo de terminar mi primera clase de yoga «formal» para niñ@s. Antes había dado clases sueltas a algunos hijos de amigos y alumnas de yoga, pero lo que se dice estar contratada por un centro para dar regularmente clases, nunca lo había hecho. Hoy ha sido mi primera experiencia con 9 niños y niñas de entre 7 y 13 años.
Y he salido muy ilusionada, con muchas ganas de verles el próximo día y seguir compartiendo con todos ellos las infinitas posibilidades que nos ofrece el yoga para conocer nuestro cuerpo, nuestra mente, nuestra respiración y nuestras emociones. Pero lo mejor ha sido sentirles a ellos motivados, curiosos, implicados durante la clase y relajados al final de la sesión.
Ha sido una hora solamente. 60 minutos en los que hemos aprendido cosas muy interesantes y yo creo que se han movido energías, pensamientos, emociones…Experiencias que por muy mínimas que parezcan les van transformando en seres humanos más libres, más flexibles, más auténticos, más seguros, con menos capas de cebolla. Esas capas que luego, de adultos, se incrustan, se oxidan, y se va haciendo más y más difícil limpiarlas para entrar en el interior de cada uno. Al final, esas capas de cebolla se convierten en una coraza dura, que lucimos a diario y que nos hace vivir como en una cárcel, dónde de puertas para dentro soy uno y de puertas para fuera soy otro…dónde ya no sé ni quien soy y me da miedo, y quiero huir pero no sé a dónde, quizá a un lugar dónde nadie me conozca ni me juzgue, dónde pueda comenzar de nuevo, ser niño otra vez. Y quizá, por muy duro que pueda resultar convertirse en padre, estar cerca de un niño te da la oportunidad de conectar con ese ser genuino, sincero y juguetón que sigues siendo, y eso te va transformando por dentro, va ablandando tus capas, tu coraza, permitiéndote vivir con más libertad y fluidez.
«Out like an onion», by Elin Pendleton
No obstante, si comenzamos desde niños a practicar yoga, a ser conscientes de la tendencia que tenemos los humanos de protegernos (no se sabe muy bien de qué o de quién) creando capas de cebolla y máscaras, disfraces sociales….si comenzamos desde niños a observar lo juguetona que es nuestra mente y lo que le gusta a ésta crear novelas irreales…si comenzamos desde niños a mostrar cómo te sientes y a aceptar esa emoción….AAAAmigo! Otro gallo cantaría en la vida adulta, porque al final los adultos no somos más que niños, niños con más o menos capas, niños que han pasado más tiempo caminando…Ya está. No hay mayor diferencia.
Así que, en definitiva, me siento muy afortunada de haber encontrado esta oportunidad para tratar de sembrar una semillita en el interior de estos 9 niños dos veces en semana. Ojalá esta semilla la cuiden, la rieguen, le den calor…y que brote sana.
Por eso, ahora quiero compartir contigo lo que hemos hecho hoy en la clase. Creo que si eres padre o madre, si cuidas niños, si eres un tío o tía enrollado, si eres profesor, o simplemente si sientes curiosidad por la enseñanza del yoga para niños, esto te puede servir de inspiración o para coger alguna idea. La mayoría están sacadas del manual y notas que tomé en el Curso de Formación que hice hace años de Rainbow Kids Yoga. Otras ideas me las he inventado yo porque he creído que podían funcionar y algunas actividades han ido surgiendo espontáneamente durante la sesión. Aquí va.
MI PRIMERA SESIÓN DE YOGA PARA NIÑOS
(7-13 años)
PARA EMPEZAR: Cuando llegaron, nos descalzamos y colocamos las esterillas formando un círculo (ellos lo creyeron mejor así).
1. Les repartí una fichita con estas preguntas para que rellenasen (así yo les conozco mejor y puedo utilizar esa información para enriquecer las siguientes clases con ellos):
Me llamo: _______________
¿Qué sabes del yoga?
¿Por qué te has apuntado al taller?
Mi canción, artista o música preferida: _______________
2. ¿Qué vamos a hacer durante las clases? Respirar, bailar, mover el cuerpo solos y en parejas, aprender a relajarnos y a concentrarnos, masajes… También les expliqué que el yoga no es algo moderno, aunque esté muy de moda ahora. Les conté que se lleva haciendo yoga desde hace más de 5000 años, que si estamos en el 2016 ahora, que se imaginen cuántos años atrás se lleva practicando, mucho antes de que naciese Jesucristo… Y que todo empezó cuando la gente, que estaba enfadada, estresada, rabiosa, nerviosa… se dio cuenta de que en la naturaleza, las plantas y animales, rara vez sufrían estrés y no les costaba dormir por la noche. Así que en la India comenzaron a imitar a la naturaleza, sus ritmos y posiciones, sus rutinas…Por eso las posturas (asanas) y movimientos en el yoga tienen nombres inspirados en los animales y en las plantas. Y lo mejor es que cada uno puede inventarse y adaptar esos movimientos y posturas a uno mismo, a cómo se siente o se encuentra en cada momento.
Finalmente, les conté que a través del yoga iban a aprender herramientas internas que les van a ayudar a relajarse y a estar en calma en momentos de enfado, rabia, nervios…para ser más felices y tratar a los demás con más cariño.
CALENTAMIENTO:
1. «Al ritmo del tambor». Llevé una pandereta a la clase. Al ritmo del tambor se mueven por la sala. Primero yo la toco. Luego se lo van pasando uno a uno cuando diga «¡cambio!» y van haciendo ritmos para que los demás caminemos a ese paso. Cuando se para, nos quedamos quietos, aflojamos el cuerpo y sentimos la respiración.
*Como son 9 niños, a la tercera o cuarta vez que se grita «cambio» puede resultar muy monótono hacer lo mismo, así que fui creando variantes sobre el mismo juego:
– Cada vez que te cruzas con algún compañero, miras a los ojos en silencio y sonries ampliamente asintiendo con la cara como si dijeses («encantado, encantada»), pero en silencio.
– Como la variante anterior, pero esta vez diciendo en alto «¡encantado, encantada!» mientras os sonreís.
– Como la variante anterior, pero esta vez al mismo tiempo que saludas en alto, os estrecháis la mano.
– Como la variante anterior, pero os estrecháis la mano en silencio mirándoos a los ojos sin sonreir.
– Os estrecháis la mano con los ojos cerrados.
– Os hacéis un gesto de cariño en silencio al encontraros (una caricia en el hombro, o en la mejilla, un beso, un abrazo…).
2. «Éste soy yo… ahora». Cada uno de pie en su esterilla. Las esterillas están formando un círculo. Todo el mundo puede verse. Cada uno se presenta siguiendo esta frase:
«Me llamo__________ y ahora me siento_______________(gesticulando esa emoción con el cuerpo libremente)». Los demás dicen repitiendo todos juntos «Se llama__________ y ahora se siente _______________ (gesticulando de la misma manera esa emoción)».
Yo comencé: «Me llamo Pilar y ahora me siento con calor (gesticulé con mi cuerpo la sensación de calor)». Todos ellos dijeron «Se llama Pilar y ahora se siente con calor» (gesticulando de la misma manera y con el mismo tono de voz con el que yo lo había hecho). Fuimos haciendo lo mismo uno por uno.
Este juego es muy poderoso. Les expliqué que en el yoga no hay una manera particular de hacerlo bien o mal, no hay que sentirse feliz y contento todo el tiempo, sino que en la clase de yoga se acepta que uno venga cansado, enfadado o que nos sintamos con nervios o rabiosos….El caso es aceptar eso, en ese momento, sin miedo a compartirlo, sin miedo a mostrarse como uno se siente.
SALUDO AL SOL: Un amigo mío había hecho un sol de cartón hace años para una sesión fotográfica y todo este tiempo había estado en mi salón muerto de risa…Después de todo este tiempo le he encontrado un uso maravilloso. Lo he llevado hoy a la clase y lo he colocado en el centro del círculo de esterillas. Les he contado que mucha gente saluda al Sol para comenzar el día o la sesión de yoga y así estirar todo el cuerpo y dar las gracias por la energía y vitalidad que el sol nos aporta en nuestra vidoa. Como no teníamos posibilidad hoy de saludar al Sol real, al aire libre, íbamos a mirar al sol de cartón que teníamos delante e imaginarnos cómo irradiaba luz y energía.
Hemos hecho la secuencia dos veces, asana por asana, del Saludo al Sol clásico, parando en cada postura y respirando una o dos veces, pero sin poner mucha atención por lo pronto a una manera específica de respirar. Yo les iba dando pautas sencillas «apoya las palmas de las manos por completo», «baja los talones», «sube el culete»… Y en cada «namasté», al llevar las palmas de las manos juntas frente al pecho, les he explicado que significa «gracias», así que podían agradecer algo de sus vidas o del día de hoy silenciosamente. Si querían compartir su agradecmiento en alto, también podían sentirse libres de hacerlo. Al terminar estábamos sudando la mayoría. He aprovechado para que observasen las sensaciones corporales en «tadasana» (la montaña, de pie). También, respirando 3 veces, arrugamos la cara cerrando los ojos y tensando el cuello y los hombros y luego soltábamos por la boca relajando por completo los brazos y la cara.
RESPIRACIÓN: Les expliqué que siempre estamos respirando desde que nacemos hasta que nos morimos, aunque no nos demos cuenta la mayor parte del tiempo. Con el yoga vamos a aprender a darnos cuenta de cómo estamos respirando y vamos a tratar de hacer respiraciones mas conscientes y profundas, para ir relajando el cuerpo y concentrándonos, porque la respiración es vida. Les dije que a no ser que estemos constipados y con mocos, normalmente en el yoga se respira por la nariz, para hacerlo de manera más controlada, profunda y relajante.
«Compruebo con mi dedo por dónde respiras» . Nos pusimos en parejas de pie. Uno cierra los ojos y trata de respirar por la nariz, tanto al tomar como al soltar el aire. El compañero acerca su dedo índice a la nariz del otro debajo de sus fosas nasales, como si fuese un bigote, sin acerle cosquillas y sin torcarle la piel para que no sea incómodo. Durante 5 respiraciones el compañero comprueba que el otro está respirando por la nariz porque el soltar el aire lo siente en el dedo. Luego le toca el turno al otro.
ASANAS: Les expliqué que así se les llama a las posturas en yoga, y que no se asustasen si me oyen decir nombres raros como «adho mukha svanasana» o cosas así, que no me había vuelto loca y que lo iba a traducir también para que todos aprendiésemos el significado y tratásemos de imitar al animal o elemento que representa cada nombre. Sólo me dio tiempo a hacer las siguientes asanas con ellos, explicándoles un poco para qué sirve cada postura y qué músculos estira o trabaja en el cuerpo:
1. Savasana. «La postura del cadáver». Calma el sistema nervioso y rejuvenece el cuerpo entero. Por eso, si escuchaban a alguien de su entorno quejarse de que se estaba haciendo viejo, les dije que le invitasen a hacer savasana, para desde ahí respirar e ir relajando todo el cuerpo, suavizando las arrugas.
2. Urdhva Prasarita Padasana. «Elevación de las dos piernas». Fortalece el abdómen.
3. Setu Bandha sarvangasana. «El Puente». Abre el pecho, pulmones y fortalece piernas. También estira la columna vertebral.
4. Posturas sentados. Les enseñé las variantes de piernas, la postura fácil o del indio, la de ambos pies alineados delante del pubis, la del medio loto y la del loto completo.
No todos podemos hacer todas, porque no tenemos la misma flexibilidad en las caderas y rodillas. Por eso, les expliqué que aunque el yoga trabaja la flexibilidad física y es posible que podamos avanzar en ciertas posturas, la flexibilidad más importante es la mental, la que tenemos con uno mismo para aceptar nuestras limitaciones con cariño y respeto, sin compararnos con el otro ni castigarnos o tratarnos mal. También descubrimos que hay un lado del cuerpo más flexible que otro y que hay una tendencia natural a sentarnos con una pierna delante de la otra. Les hablé de los dos hemisferios cerebrales, de que en el yoga vamos a tomar conciencia de nuestra tendencia natural a hacerlo con un lado o con otro (según el hemisferio más predominante) y que vamos a experimentar qué pasa cuando cambiamos de lado…y que es normal que nos sintamos raros al principio.
5. Matsyendra o torsión sentados con piernas cruzadas. Aproveché para explicarles que cuando hacemos las torsiones la columna es como un paño que estrujamos para sacarle agua (sangre, en el caso de la columna) y que, posteriormente, al deshacer la torsión, estamos permitiendo que entre sangre renovada a la columna, hidratando nuestras vértebras.
En todas las asanas, yo las hacía con ellos y luego ellos las mantenían respirando por la nariz 3-5 veces mientras yo pasaba y les «corregía» o alineaba la cabeza con la columna, etc…También aprovechaba para solartes un piropo acerca de lo que me gustaba de su postura (Ej: qué flexibilidad tienes, ahí tienes los pies super bien alineados, dá gusto verte con la cara tan relajada…).
Les conté que en el yoga «es más importante el deshacer que el hacer», porque si soltamos o deshacemos con brusquedad una postura nos podemos hacer daño y jorobar alguna zona del cuerpo. Es importante hacerlo progresivamente, paso a paso, con suavidad y cariño.
RELAJACIÓN y VISUALIZACIÓN: Se tumbaron en savasana. Les dije que íbamos a preparar el cuerpo para una relajación final. Apagué la luz de la sala y puse música suave (yo me hago listas de reproducción en spotify para cada momento de la sesión).
1. Relajación de la cara: les dije que sin mirarse unos a otros, con los ojos cerrados, cada uno atendiendo a sus propias sensaciones, pusiesen las diferentes caras: cara grande, cara pequeña, cara larga, cara torcida, cara como si se estuviesen comiendo un limón, cara divertida….y que luego dejasen la cara suelta y relajada.
2. Atender a la respiración. Notar cómo fluye, cómo es la temperatura y el ritmo.
3. Visualización. La siguiente está sacada del manual del curso que hice de Yoga para niños y familias.
4. Para finalizar, fueron moviendo pogresivamente los pies, las manos y el resto del cuerpo. Sin hacer movimientos bruscos, nos sentamos para despedir la clase. Sentimos la respiración por la nariz y les preseté el cuenco tibetano. Les dije que cada día lo iba a tocar un compañero diferente y los demás nos dejábamos invadir por la vibración del cuenco.
Después, juntamos las manos delante del pecho en «namasté» y les di las gracias por este buen rato que hemos compartido juntos.
MATERIAL: Música, incienso, velas, cuenco tibetano, sol de cartón, ficha para el alumno, lápices o algo para escribir, esterillas, visualización o relajación escrita (si no quieres improvisarla).
En definitiva, de esta sesión de yoga me quedo con la transparencia y naturalidad que tienen los niños a la hora de expresar las cosas. Escribo ésto como agradecimiento a mis alumnos, a los centros que dicen «si» a propuestas como ésta y a las familias que animan a los niños a apuntarse a clase de yoga; Y lo hago usando la curiosa, sabia y bella despedida que una de las niñas me ofreció hoy: mientras recogíamos la sala y nos poníamos los zapatos, se acercó a mí y me miró durante un minuto en silencio a los ojos, sonriendo, hasta que por fin dijo muy bajito como susurrando: «Pilar, muchos namasté», y nos abrazamos dándonos las gracias.
…
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La misión de Pilar Corcuera es difundir herramientas de conciencia corporal, mental y emocional. A través de sus artículos semanales y sus sesiones de trabajo corporal garantiza que sentirse bien y ser feliz es posible.Puedes leer su historia aquí |