«Soldier», by Amedeo Modigliani.
Permitiéndote Ser Tú
Atrévete a ser tú mismo. Cuántas veces escuchamos ésto, en cursos, en canciones, en poemas, en libros de autoayuda… Y qué difícil es ser uno mismo. Para empezar porque muchas veces tenemos un complejo de pulpo gigante, con tantos y tan variadísimos tentáculos, que uno mismo no sabe bien siquiera quién es realmente. ¿El risueño? ¿La madre? ¿El cantante? ¿La melancólica? ¿El bromista? ¿El sabio? ¿La madrugadora? ¿El hijo pródigo? ¿El desganao? ¿El activo? ¿La super deportista? ¿El trabajador?
Oscar Wilde dijo «Sé tu mismo. Los demás puestos están ocupados»
Y Modigliani, pintor del que soy una absoluta enamorada, supo plasmar los múltiples aristas de cada ser humano en el rostro de cada uno de sus personajes. Pintor de las dos luces, de los dos ojos, el que mira dentro y el que mira fuera, el introvertido y el sociable, el silencioso y el conversador, el profundo y el despreocupado, el que sabe degustar la mejor filosofía y el que dice sí a una birrita con los amigos en el bar de la esquina.
Y todos ésos soy yo, y todos ésos es el soldado del cuadro, y todos ésos eres tú posiblemente. Todos ésos y muchos más. ¡Porque estamos y somos tan llenos de colores!
Ya quisiera cualquier pintor hacerse con la rica paleta de emociones e identidades que nos acompañan en el transcurso de nuestra vida, para pintar el mejor de los cuadros.
Pero una cosa es pintar y otra cosa es vivir. Es tal el papelón que el Universo o Dios nos ha puesto delante…Hacerse cargo de tantos y cambiantes sujetos conviviendo en uno mismo puede ser a la vez fascinante y agotador. Y cuando se trata de mostrarlos al exterior no digamos… Eso sí que acojona.
Pero primero vayamos adentro, que es dónde realmente se libra la batalla. Si uno no observa, acepta y aprende a amar lo que uno ES, dificilmente se atreverá a mostrarse con autenticidad ante los demás, y apenas sabrá amar lo que SON los demás.
*Si eres de los que creen que eres super super super bueno y comprensivo con los demás, que sabes empatizar super bien con el prójimo, etc, pero que tu problema está sólo contigo mismo/a, que tu conflicto está únicamente en cómo te (mal)tratas a ti mismo, déjame decirte que te engañas, seguramente porque no te has dado cuenta aún de la cantidad de juicios que creas respecto a los demás. Es IMPOSIBLE ser empático con los demás si no has desarrollado la empatía antes contigo mismo. Déjame decirlo de otra forma más proactiva; A más experimentas la aceptación, la compasión y el amor contigo y con todas esas identidades que conforman tu Ser, más podrás y sabrás aceptar, amar verdaderamente y sentir compasión por y con cada ser humano que te encuentras.
Entonces, comencemos por mirar hacia el interior y conocernos mejor. En 3 pasos, para los que nos guste tenerlo todo ordenadito y bajo control 😉 :
1. OBSERVAR
Comencemos por observar los pensamientos y cómo éstos tienen un efecto en nuestras emociones y éstas en nuestro comportamiento. Nos podemos hacer alguna/s de estas preguntas con regularidad:
– ¿Qué he pensado? ¿Qué pensamientos he tenido para sentir/ hacer esto que estoy sintiendo/haciendo? ¿Qué tipo de pensamientos estoy teniendo ahora, en este momento? (Observa si son sobre el pasado, el futuro, el presente, si son sobre ti o sobre los demás, si te hablan alto o bajito…).
– ¿Cómo me siento? ¿Qué emoción estoy experimentando ahora? ¿Dónde la siento? ¿En qué zona de mi cuerpo se refleja? ¿Podría ponerle un tamaño? ¿Tiene algún color? ¿Es pesada o ligera? ¿Es fría o caliente?
– ¿Quién soy haciendo esto que estoy haciendo ahora? ¿Qué me ha llevado a estar haciendo lo que hago? ¿Qué me ha llevado a ser quién soy ahora, en este momento?
2. ACEPTAR
«Cuando perdiz, perdiz» que decía Santa Teresa de Jesús.
Y cuando toque tristeza, tristeza. Y cuando risa, risa. Y cuando enfado, enfado. Aceptar no es rendirse. Aceptar es decir sí a lo que hay. Aceptar es decir ok a lo que estamos experimentando. No es decir «me gusta» sino decir «me doy cuenta de que existes (seas un pensamiento, una emoción, una sensación, un hecho…)» . Aceptar es lo contrario a resistirse. Aceptar es abrir los ojos a la realidad de lo que es y está en uno. Y punto. No es juzgar. No es intentar cambiar. No es nada más ( y nada menos) que decir «vale, estás aquí, ya veré lo que hago contigo, si es que tengo que hacer algo después». Y no es fácil. Y requiere su práctica. Pero adiestrarse en el ejercicio de la aceptación gasta menos energías y sudores que luchar contra lo que es y existe en la vida de uno. Eso tenlo por seguro. Sabrás que lo estás consiguiendo cuando no hay guerra en tu interior, cuando no te juzgas, cuando no te criticas, cuando experimentas lo que tengas que experimentar (aunque no guste) pero pacíficamente, sin luchar contra lo que se manifiesta en tu interior. Que sus razones tendrá y sus perritas nos ha costado…dejémosle que se exprese.
3. AMAR
El amor viene cuando aceptas lo que hay y todo lo que forma parte de ti y tu experiencia presente, al igual que un padre y una madre aceptan y aman a sus hijos, con sus logros e imperfecciones, con todo el paquete completo. Un padre nunca diría: «quiero a mi hijo cuando pone la mesa, pero le juzgo y le dejo de querer cuando por la tarde se fuma un porro con sus amigos». No. Eso no es amor.
Amar está un paso más allá de la aceptación. Amar es abrazar lo que ya se ha aceptado. Amar no es sólo decir «ok, veo que estás aquí» sino además «te acojo y te quiero tal y cómo eres, aunque no te hayas vestido con tus mejores galas«. Así, escualidito, moqueando y en gallumbos de corazones, te amo igual. También hay un espacio para ti en mi interior, porque soy infinit@.
Y cuando uno ama, los enemigos del amor se van (el odio, la rabia, el miedo, la ansiedad…) y sólo se quedan los huespédes VIP, los Very Important People que todos somos y todos tenemos en nuestro interior. Con los que verdaderamente lo pasamos bien. Los otros puede que se queden un rato, a curiosear, pero enseguida sienten que no conectan con el ambiente general y dicen bye bye.
Y este proceso, que parece extenso y lento, puede que en ocasiones no dure más de unos minutos. Cada vez es más rápido, más ágil. Poco a poco te vas haciendo un máster de ti mismo, y rápidamente te observas, le das la bienvenida a lo que hay y lo abrazas. Hay días en que abres la ventana, ves llover y en vez de quejarte, te coges un paraguas y te echas a caminar. Hay otros días en que abres la ventana (la conciencia de ti mismo, tu despertar, el ojo hacia dentro 😉 ), hace un sol impresionante, y en vez de quejarte, te pones las gafas de sol y te echas a caminar.
Y lo que puede pasar cuando esos 3 pasos se llevan a cabo, cuando realmente consigues observar, aceptar y querer lo que está en ti, es que aprendes a hacerte amigo de ti mismo, es que te conviertes en tu mejor amigo. Y quién mejor para hacerse amigo de tí que tú mismo, que ya bastante tiempo tienes que pasar a diario, a todas horas, contigo…como para luchar contra lo que eres y no permitirte ser tú.
Y cuando ésto llega, cuando te has hecho amigo tuyo, cuando te permites ser tú, te mostrarás con mayor autenticidad al resto del mundo, sin miedos. I promise. P.
…
¿Te ha gustado este post?
Si te he ayudado, ahora puedes ayudarme tú a mi siguiéndome en algunas de las redes sociales (Facebook, Twitter, Google+, Youtube, Pinterest) o recomendando este blog a tus amigos.
¡Coméntalo! ¡Compártelo! ¡Suscríbete!
Si te ha gustado este post, puede que te interese leer:
«Cómo y Por qué Dejar los Juicios en el Juzgado»
«Cómo Convertirte en Ceramista de tu Existencia»
«Cómo Reciclar la Basura Emocional»
La misión de Pilar Corcuera es difundir herramientas de conciencia corporal, mental y emocional. A través de sus artículos semanales y sus sesiones de trabajo corporal garantiza que sentirse bien y ser feliz es posible.Puedes leer su historia aquí |