Mujer Sentada, Fernando Botero
El Yoga Despierto:
¿Unión o Discriminación?
Llevo mucho tiempo reflexionando acerca de cómo acercar el yoga a todo tipo de personas, sin importar la edad, el sexo, la constitución física o las creencias. Casi siempre (tanto como alumna y como instructora) acuden a las clases, principalmente, chicas jóvenes y mujeres (en la mayoría de los casos menores de 60 años) con cuerpos delgados o de constitución «normal».
Es verdad que no es fácil adaptar una sesión a muchos cuerpos diferentes y personas con necesidades muy distintas. Sobre todo, si seguimos poniendo el énfasis en conseguir el alineamiento perfecto de posturas que vienen de una tradición ancestral hindú y que por tanto, poco tienen que ver con nuestros cuerpos occidentales tan acostumbrados al sofá mullido y a la cervecita de los domingos viendo el fútbol.
Sin embargo, si el yoga significa «UNIÓN», ¿no deberíamos tratar de adecuar esta práctica a cualquier persona?
Sí, también es cierto que entre los instructores de yoga que conozco existe un cierto malestar causado por muchas corrientes modernas de yoga que, según dicen, justamente han tratado de adaptar esta disciplina al cuerpo de los occidentales pero simplemente han creado un sucedáneo de lo que realmente debería enseñarse como yoga.
Es verdad que el apellido «YOGA» aparece hoy en día hasta en la sopa; Desde los más clásicos como el Hatha yoga pasando por el Anusara yoga o el Bhakti yoga hasta los más exigentes como el Ashtanga yoga y el Acroyoga.
Pero, más que percibir este boom como un ultraje del «verdadero» yoga, yo personalmente lo vivo con alegría, ya que cada vez hay más gente interesada en la vivencia corporal y el crecimiento interior que esta disciplina aporta.
Así que si tú, lector/a, hasta ahora no te habías atrevido a probar una clase de yoga por creerte «demasiado________ «(gord@/viej@/rígid@/seri@/nervios@…..) o «no lo suficientemente__________» (flexible, joven, guap@, espiritual, tranquil@…) hoy te animo a que te replantees esa creencia limitante y la vayas reemplazando por una que te haga sentirte fenomenal como eres, con toda tu grasa, tus michelines, tus huesos, tu pelo, tu olor y las características que te hacen ser único y diferente. Eso es fabuloso. ¡Y eso es hacer yoga ya!
De hecho, me gustaría compartir contigo algún ejemplo y experiencia enriquecedora en este sentido.
Cuando vivía en Las Palmas, una chica paralítica completamente de cintura para abajo quiso apuntarse también a las clases de yoga con mi fabulosa profesora. Al principio, no pude creer que alguien sin piernas (pues andaba con ayuda de unas muletas y otros soportes especiales) pudiese hacer yoga, pero pasadas las primeras sesiones me dí cuenta de que sí era posible si sabías cómo trabajar con alguien así. Ella se tumbaba en el sofá de la academia, y además de hacer ejercicios de cintura para arriba, también oía como nuestra profesora le proponía trabajar las piernas a modo de visualización. Hacer «como si…» pudiese elevarlas y doblarlas al ritmo de su respiración. Increíble pero cierto y fascinante. * (Sobre el «como si…» escribí hace tiempo este post que puede que encuentres interesante).
También, al llegar a Los Arroyos (la Urbanización donde vivo) le propuse dar clases a un amigo que desde hace muchos años sufre de parkinson. A pesar de su avanzada edad y ciertas limitaciones, sesión tras sesión pude ver como su cuerpo hacía por moverse al ritmo de la inspiración y la exhalación, cómo su temblor en las manos iba cesando mientras la relajación incrementaba. No hacíamos los doce movimientos del Saludo al Sol, pero sabíamos cómo saludar al sol cada vez que nos veíamos.
Finalmente, quiero compartir contigo este artículo que me llegó ayer titulado «Fat Yoga: razones de peso para amar tu cuerpo». En él, Jessamyn Stanley, una profesora de yoga poco convencional, nos recuerda que las únicas limitaciones son las que creamos en nuestra mente y nos alienta, gracias también a sus fotografías, a que juguemos con nuestro cuerpo, a que no nos lo tomemos tan en serio y a que aprovechemos la vida para hacer lo que nos gusta.
«Si estás vivo, respiras. Y si respiras, puedes hacer yoga»
¡Feliz Semana!
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