Love 2, by Sangeeta Charan
El Amor: Energía Inextinguible
Nos pasamos la vida amando. Sentimos amor de muchas maneras y hacia elementos y seres muy diversos. Podemos amar a una flor, a una planta y a muchas especies de la naturaleza. Podemos amar a nuestra mascota y a todos los animales de la Tierra. Podemos amar a nuestra hermana, a nuestro padre y a otros miembros de nuestra familia. Amamos por supuesto a esos seres humanos que no son de nuestra familia pero como si lo fuesen. Amamos a los vecinos que cuidan del espacio común y amamos también a las personas que miman el Planeta. Amamos al panadero de pueblo que pone esmero en ofrecer la hogaza más tierna y al agricultor que trata a sus calabazas como pequeñas hijas de la tierra. Por amar, amamos la lluvia tras muchas jornadas de sequía y amamos el Sol cuando se establece fiel en lo alto después de un invierno gris. Amamos el agua, su abundancia en el grifo, en el vaso, en los campos, en el cuerpo. Amamos la comida cuando tenemos hambre, la cama cuando tenemos sueño y amamos el retrete cuando tenemos ganas de caca o pis, o ambos a la vez. Somos capaces de amar nuestro cuerpo, de amar nuestra inteligencia, de amar nuestras emociones. Amamos la música y el canto suave de un pájaro. Amamos la luz y la oscuridad, pues cada una nos brinda una experiencia única y diferente. Amamos la soledad tras una quincena en Benidorm con toda la familia al completo, y también amamos la compañía, pues es en la comunión con otros hombres y mujeres cuando nos encontramos mejor a nosotros mismos. Amamos el pulpo en Galicia, el arroz en Valencia y amamos el cocido de nuestra madre. Amamos caminar descalzos sobre la arena o la hierba. Amamos que nos besen y besar. Amamos que nos abracen y abrazar. Que nos acaricien y acariciar. Y otro amor muy grande es el de los amigos. Amamos a las amigas y a los amigos. Amamos la amistad. Y amamos profundamente al amigo con el que hay besos y abrazos y caricias, porque es quizá una de las personas con la que puedes crear vida nueva. Y por supuesto, amamos a los niños, y aún más a nuestros hijos. Amamos el mar. Pero sobre todo, amamos amar.
Y es que el amor es una energía que mueve el mundo, es el cimiento de todas las relaciones que mantenemos día a día, es el motor de todas y cada una de las decisiones que tomamos en nuestra vida. ¿Por qué te levantas tú cada mañana? Porque amas tu trabajo, o si no, porque amas tanto tu casa, tu mujer y tus hijos que por eso amas obtener dinero para mantenerte cerca de ellos y hacerles felices. O quizá porque amas sentirte útil o amas la relación con tus compañeros de trabajo o amas poder comprarte zapatos a final de mes.
Y si la más legítima y extraordinaria de nuestras misiones en este mundo es amar (y en este punto están de acuerdo todas las religiones), ¿por qué el amor también es la causa de inmensos sufrimientos?
Yo creo que se debe a que nos hemos empeñado en etiquetar algunos tipos de amor como más válidos e importantes que otros. Y así nos va. A menudo creemos que hay amores incompatibles entre sí y que por eso tenemos que elegir. Por ejemplo, podemos amar a nuestro gato y a nuestro abuelo a la vez. En ese caso no hay problema. Pero la cosa se complica en cuestión de amistades y parejas. Sobre todo en la adolescencia es común que algunos de los que consideramos «amigos» se enfaden si comenzamos a amar también a otro compañero/a. y, así, por sus inexplicables celos, quebrantan nuestra energía de amor inagotable.
Comenzamos entonces a ver feo el hecho de amar a todo y a todos sin excepción.
Y en un grado mucho mayor ocurre con las parejas. Uno no puede (¡claro que puede! lo que pasa es que aprendemos que no debe…) amar a dos mujeres u hombres a la vez. Y yo confirmo en mis propias carnes que no sólo a dos, sino a muchos a la vez. Pero nuestro ego, la sensación de que somos únicos e importantes, nos hace creer que si alguien nos ama profundamente, y poco después aparecen otras personas a las que éste ama también profundamente, el amor hacia nosotros se extingue. Y eso no es cierto.
El amor es una fuente de energía abundante, como el viento o el sol. Cuando sale el sol éste ilumina todo por igual sin excepción y cuando hace viento éste mueve todas las aspas de los molinos; no va eligiendo cuáles si y cuáles no. La energía del amor hace que las madres y los padres amen a los hijos de forma diferente (para algo somos distintos) pero con la misma intensidad. Y hace que en la música existan canciones compuestas para momentos diferentes. ¡Y no por eso tenemos que elegir una mejor entre todas las canciones del mundo!
Desde niños, nos encanta reducir el mundo con preguntas como ¿A quién prefieres, a papá o a mamá? ¿Cuál es tu comida preferida? ¿Y tu color favorito? ¿Qué tipo de hombre/mujer te gusta? ¿Deseas vivir en el campo o en la ciudad? ¿Las rubias o las morenas?
Y es que esta clase de pensamientos no hace gala en absoluto de la asombrosa abundancia que existe en el Universo. ¿Te imaginas que te den a elegir entre la mano derecha o la izquierda? ¿o entre si prefieres los ojos a los pies? Ni en broma.
Es evidente que si la naturaleza es rica, pues en ella existe de todo, y nosotros, junto con el amor, formamos parte de ella, no tiene ningún sentido racionar el amor. Al contrario, el amor es inclusivo siempre, pues es un manantial que nunca se agota, que siempre tiene más para ofrecer. Y si no lo ofreces abiertamente, si lo fraccionas, lo analizas o lo catalogas lo estarás matando. Si no das lo que no es tuyo en realidad (es una emoción o capacidad que se nos regala a todos a la hora de nacer) tu manantial acabará por secarse.
Y si, finalmente, te da miedo sentir amor por otro ser humano que no sea el que conoces, el de siempre o el que «debería ser» para siempre. O por el contrario, te causa ansiedad pensar que tu compañero/a de vida actual se podría enamorar de otra persona, pues en ambos casos sientes que la relación que ahora mantenéis se podría marchitar, piensa que eres un pintor.
Tu amor es como una paleta de colores. Cuando amas a alguien estás eligiendo para esa persona un tono cromático muy específico y conservándolo dentro de ti. Así es como vamos creando nuestro maravilloso paisaje de experiencias vitales. A ninguna persona, ser o elemento le corresponde el mismo color que a otro. Pues sabes que en el amor existen infinitos pigmentos, tantos como personas tengas la capacidad de conocer y amar. Y a ti te corresponderá, en la paleta de quién te ame, un tono muy diferente al de cualquier otra persona. Así, no te apures si él o ella se enamora de otro ser humano, pues quien de verdad te ame, reconocerá al instante la tonalidad única e irrepetible que te atribuyó en su interior. Para él, para ella, para ti y para todos: lo importante es ir creando una obra de arte colorida y única.
Ama Libre. P.
…
¿Te ha gustado este post? ¿Te has quedado con ganas de más?
¡Coméntalo! ¡Compártelo! ¡Suscríbete!
La misión de Pilar Corcuera es difundir herramientas de conciencia corporal, mental y emocional. A través de sus artículos semanales y sus sesiones de trabajo corporal garantiza que sentirse bien y ser feliz es posible.Puedes leer su historia aquí |