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24Abr

Cuando me olvido de Vivir

Posted by: elarboldespierto

Cuando me olvido de Vivir

¡Pero cómo te vas a olvidar de vivir, si estás vivo! Si, estoy viva porque mi cuerpo se mueve, pero ¿realmente me doy cuenta a diario?  ¿Soy capaz de reconocer vida en mi cuerpo, en mis sentimientos, en mis pensamientos? ¿Y lo celebro como es debido? Hay muchos días, épocas…en las que no, en las que vivir, algo tan básico, se me olvida.

Noto que me he olvidado de vivir cuando estoy cansada sin razón, cuando me siento descentrada, cuando salto de una actividad a otra incansablemente como una malabarista que quiere jugar con mil bolas a la vez, y está más atenta a las bolas que a lo que pasa alrededor o a su propio cuerpo.

Me olvido de vivir cuando no me doy tiempo para parar.

Todo es hacer, hacer y más hacer. Sin dejar espacios para conectar con la vida, sino ir rellenando obsesivamente lo que las raquíticas 24 horas del día dan de sí. Raquíticas porque cuando empiezas a adquirir el hábito de hacer, parece que no te da la vida, parece que nunca es suficiente. La vida se te queda corta para meter en ella todo lo que deseas.

Como ese joven explorador que desea irse de viaje y rellena de manera compulsiva su mochila con accesorios de por si acaso, compra muchos libros para estar informado de los destinos que quiere visitar, prepara varios atuendos para los diferentes climas y contextos, y finalemente se queda tan «enganchado» en la preparación de su viaje,  que se hace viejo sin pisar otra calle que la de su barrio.

¿Tu cuánto tiempo dedicas a vivir?

Realmente a vivir.

(Morar es otra cosa)

Whatssap, Facebook, Twitter, Pinterest, Tele 5, Youtube… pueden llegar a ser distracciones que nos sacan de nuestra vida, si te descuidas. Como un mono que va saltando de rama en rama sin parar siquiera a observar el bosque. Nos presentan escenarios donde es muy fácil perderte. Nos facilitan la comunicación con el exterior, eso está claro. Nos proponen un acercamiento a las vidas de otros plasmadas en mensajes, imágenes, videos…con la excusa de que son entretenidas y que quizá nos puedan servir de inspiración. Y a la vez da morbo, pues es como si tuviesemos acceso a una mirilla secreta a través de la que podemos espiar la vida del vecino.  Pero nos obstaculizan la comunicación con uno mismo, con nuestra propia vida.

Me quedo enganchado y comparto y twiteo y doy muchos «like» a lo que viven otros, pero no dedico tanto tiempo a sentir «likes» en mi vida, con las experiencias que tengo a diario.

Y todo muy rápido, eso también. El mundo de la inmediatez, de la fast food, de la fast información, de las fast relaciones, del fast sexo, del fast aprendizaje. Si no es ya, ya, ya, me voy. Si no me lo das ya, no me gusta. Si no es rápido, no cuentes conmigo. Incluso la meditación se está vendiendo es su versión más fast. Medita en 1 min. Eso ya si lo cojo. Eso ya sí me interesa más. Ahí ya sí me estás hablando en cristiano.

Entonces cuando te das cuenta, después de hacer tantas cosas, de visitar tantas vidas a través de la pantalla, de seguir a tantos amigos en facebook, y de resolver tantos problemas rápido y corriendo, te has olvidado de vivir. Has descuidado lo que más quieres, tu propia vida.

¿Tu cuánto tiempo dedicas a Hanami?

Hanami es una palabra japonesa que significa «ver flores». Así como lo oyes. Un tiempo para observar las flores.

Yo también me quedé alucinada cuando lo supe. Qué sabios los japoneses que ponen palabras a lo importante, a las cosas esenciales, a lo que nos sienta bien a todos.

Y las flores no son más que un ejemplo para conectar con la belleza, con el bienestar, con lo que nos da felicidad. Si no tienes tiempo para observar flores, tampoco lo tendrás seguramente para tomarte una taza de té tranquilamente o para escuchar atentamente un problema que tiene tu hijo, o para dormir las horas que necesitas. Estás seguramente tan ocupado que te has perdido cientos de atardeceres preciosos, que no te has dado ni cuenta del sabor del bocadillo que te acabas de comer, que no has caído en lo que te querían decir los ojos de tu pareja hoy cuando entraste en vuestro cuarto.

Lo siento. Sé que estás tan ocupado y preocupado que no tienes tiempo para vivir.

Y vivir significa tomar conciencia de que uno está vivo, de que uno está donde está. Significa despertar. Significa abrir los ojos para ver bien, no para pensar, no para planear, no para hacer.

Vivir es Celebrar.

¿Te has fijado en la cantidad de ojos vacíos que hay por la calle?

Caminamos como muertos, moramos. Vamos con el piloto automático puesto sin darnos cuenta de las calles por las que pasamos, las personas con las que nos cruzamos, los colores de los edificios, las formas de las nubes, nuestra respiración…

Si simplemente tuviésemos la intención de apagar el piloto automático y encender el botón de la atención plena… nos daríamos cuenta de que los pequeños placeres están a nuestra disposición todos los días. Y estar suficientemente despiertos como para no dejarlos escapar es vital para ser más felices.

Los placeres que dejan una estela en el tiempo, que no son momentáneos sino que perduran y alimentan profundamente nuestro ser, tienen ciertas características comunes: son pequeños y sencillos de conseguir, son gratis o muy baratos y los puedes disfrutar solo o en compañía, sin necesidad de viajar y a veces incluso sin salir de tu casa.

No busco el disfrute. No busco nada. Curiosamente, encuentro porque no busco.

¿Te has fijado en el perro de la foto?

No está en movimiento, no está corriendo, no está moviendo la cola. Pero ni siquiera te hace falta ver su cara para saber que está vivo. Y más vivo que nunca.  Está viviendo completamente el presente. Está contemplando un hermoso atardecer y seguramente no está pensando en lo que va a pasar dentro de unos minutos, o en lo que va a hacer luego. Es UNO con la experiencia. Muy diferente a levantarse con el despertador y moverse durante el día como un autómata. Nuestro cuerpo se mueve de la cama al baño, del baño a la cocina, de casa al trabajo….y así uno cree que va viviendo. Con la mente puesta en otras cosas, casi siempre en lugares distintos de donde está nuestro cuerpo.

Dime dónde pones tu atención y te diré qué calidad de vida tienes.

Adiestrar y focalizar conscientemente la Atención es una de las grandes bases para conseguir vivir viviendo.  Eso es lo que el yoga, la meditación, el mindfulness nos enseña: el trabajo con la atención. ¿Qué experiencia interna estoy teniendo en base a lo que está ocurriendo fuera?.

Vivir no es arrancar hojas del calendario, vivir es disfrutar de cada uno de esos momentos que forman un día. Vivir es darte cuenta de donde estás, es respirar tomando consciencia del roce del aire al entrar y al salir por tu nariz, es poner atención a lo que ves, oyes, hueles, tocas, sientes, piensas…

Parar, observar, reconocer, respirar, celebrar.

Primero decide vivir con plena consciencia un momento al día, por la mañana al abrir los ojos por ejemplo. Y felícitate por ello. Luego 5 min. Más adelante quizá varios ratos al día. Poco a poco te irás acostumbrando y al final serán más los momentos de vida real que de insconsciencia. Y mientras tanto quiero que sepas que no estás solo. Estoy contigo. Estamos juntos. Te lo prometo. P.

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¡Hola! Soy Pilar. Mientras estudiaba Magisterio en Las Palmas comencé mis andaduras en el mundo de la PNL, el Coaching y el Yoga. Al finalizar la carrera, sentí el deseo de diseñar un proyecto que me permitiese crecer interiormente y vivir de lo que me entusiasma. El Árbol Despierto nació para compartirlo contigo.

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