«Forgiveness», by Sofiya Inger
Cómo Ser Amoroso
Cuando Alguien te Hace Daño
(1)
Qué jodido es (y perdón por la expresión) reaccionar bien cuando somos insultados o mal tratados por alguien. Basta que un amigo o familiar nos llame la atención por una tontería para que nuestro ego reaccione queriendo contestar con la misma moneda. «Ojo por ojo y diente por diente». Imagínate entonces si en vez de una simple «llamadita de atención» es alguien que te está poniendo a parir o que se siente realmente enfadado por algo que has hecho y está soltando toda su rabia contra ti.
«A mí no me va lo de poner la otra mejilla«.
Por supuesto; Ni a ti ni a nadie nos gusta que nos hagan daño y encima tener que contestar con: «No pasa nada, sigue victimizándome un ratito más, que mi ego está a prueba de bombas». ¡Ni que tuviésemos un chaleco anti-dolor!
No somos superhéroes de las emociones que aguantan todo lo que les echen y creo que es sano, por supervivencia más que nada, que tengamos una alarma interior para preveernos de los posibles ataques o violencia externa.
Lo primero es preservar nuestra vida y nuestra salud intactos. Es el instinto de supervivencia o el cerebro reptiliano (¿quieres saber qué es? lee AQUÍ) . Así, es normal que cuando alguien «nos pica» (nuestro «oponente», o así lo sentimos en ese momento) nos entre un calorcillo interno desde la boca del estómago que va subiendo hasta el pecho, la cara…. (a algunos les recubre todo el cuerpo entero), que no es otra cosa que el inicio de una rabieta. En ese momento, si seguimos recibiendo información tóxica del otro, puede que nuestro calor vaya aumentando hasta el punto de querer «explotar». En poco segundos tu cuerpo se habrá convertido en una fábrica de negatividad e incluso le habrá dado tiempo a crear argumentos en contra del otro y a favor tuyo para defenderte.
El caso siempre es GANAR AL OTRO, NO PERDER.
Pero luego viene la Resaca Emocional.
En el mejor de los casos….
HAS GANADO. Te habrás quedado a gusto. Has ganado la batalla y tu ego está celebrándolo, hinchado de alegría. Has logrado victimizar al otro con tus super argumentos pensadísimos y estás orgulloso de ti mismo por tener razón. «Se lo merecía», «Para la próxima vez así sabrá quién soy yo».
En el peor de los casos…
HAS PERDIDO. No has contestado nada. Te has quedado con el calor de la rabia dentro. El miedo te ha vencido. Culpas a tu ego por ser un gallito cobarde y además sueltas «sentencias lindas» contra al otro, ahora que no está, por haberse salido con la suya. «Le tendría que haber….», «La próxima vez verá con quién se está metiendo».
En ambos casos estás hecho mierda. Seamos sinceros. Ni a ti ni a nadie nos gusta tratar mal a los demás y expandir mal rollo, y menos si es hacia alguien a quien quieres. Poco después de la «batalla» de egos, te entra el bajón. Tanto si ganas como si pierdes has participado en algo que va contra tu verdadero Ser, y lo sabes. Lo sabemos. Hacer daño (a otros y a nosotros mismos) no es nada productivo.
Estamos aquí para crecer, aportar más significado y llevar a cabo una misión útil y necesaria para los demás.
La lucha, tanto si se gana como si se pierde, no nos ayuda nada a recorrer este camino de crecimiento.
¡RECUERDA!:«De Razones están las Sepulturas Llenas».(Tener razón no te sirve para nada)
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¿Entonces, qué hago?
La próxima semana responderé a esta pregunta y te plantearé varias recomendaciones muy útiles y necesarias si queremos frenar cualquier trifulca lo antes posible y reemplazar la negatividad por amor y comprensión hacia el otro.
Por lo pronto, en los próximos días obsérvate y analiza tus reacciones más habituales cuando alguien se enfade contigo. «Poner consciencia sobre lo que antes estaba oculto es el primer paso para cambiar un hábito».
¡Un abrazo y hasta la próxima semana!
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